viernes, 27 de noviembre de 2015

HUNDIMIENTO DE ABENGOA

Hace unos meses que Abengoa ya no se encuentra entra las empresas punteras de Andalucía. Todo explotó cuando Gonvarri hace unas semanas -uno de los brazos de Corporación Gestamp, propiedad de la familia Riberas- renuncia a entrar en el capital del grupo andaluz, operación que prácticamente se dio por hecha a comienzos de noviembre.


La multinacional andaluza, Abengoa, comenzó su hundimiento el pasado 24 de noviembre cuando no pudo hacer frente a un pasivo de más de 25.000 millones, lo cual hizo que solicitara su entrada en concurso de acreedores. Como consecuencia de esto se produjo una fuerte bajada en la bolsa.

La fundación Abengoa data de 1941 y desde sus inicios centró su actividad en la energía y el medioambiente. Con sede social en Sevilla, la empresa fue creciendo hasta convertirse en una referencia española y mundial, con filiales repartida por todo el mundo.


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En la primera legislatura del presidente José Luis Rodríguez Zapatero, que fue denominada “energías verdes”, se fomento con importantes primas a las renovables. Abengoa construyó 16 termosolares con la promesa de del apoyo por parte del Estado.




A principios del 2011, tras la crisis de la deuda (el rescate de Grecia y los primeros recortes en España), el mismo Gobierno socialista suprimió primas al sector de las renovables. Después vendría el siguiente castigo, con Mariano Rajoy en La Moncloa, cuando se revisaron de nuevo todas las primas y se bajó drásticamente la rentabilidad.

Abengoa sufrió un durísimo castigo y decidió centrar su crecimiento futuro en el exterior. En el 2010 obtenía un 74% de los ingresos del exterior, porcentaje que subió al 88% el año pasado y que ahora supera el 90%. Pero más que los ingresos, ha resultado decisiva la estrategia: crecimiento agresivo fuera con recursos ajenos. Un esquema de negocio que se basa en la confianza de los prestamistas. Sin ella, todo se desmorona.

Tres plantas de torre operando en la Plataforma Solúcar (Sevilla, España)
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Conclusión, la situación es insostenible y hay una gran incertidumbre para los casi 25.000 empleados de la compañía. Abengoa necesitaba y necesita capital, pero, sobre todo, es clave que reduzca su deuda. Debe 20.200 millones a bancos, bonistas y otros prestamistas, a lo que hay que sumar alrededor de 5.000 millones más a proveedores.


Se trata de una deuda insostenible. Sea ahora, en el preconcurso, o más adelante, si el grupo se declara insolvente, harán falta importantes quitas, capitalizaciones de deuda, mayores plazos para el deudor y dinero nuevo si se apuesta por salvar Abengoa. El futuro es incierto.
   






















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